“Solo tiene de antiguo su historia,
y no sería razonable devanarse los sesos
por la única satisfacción de ser de ayer”
Enrique Lacordaire
En el periodo histórico del siglo XVI, encontramos un mundo resurgiendo en las artes y las letras españolas, estos grandes avances de la realidad del hombre, fueron cruciales para su desarrollo en varias dimensiones, como la intelectual a la cual Nicolás Copérnico, Leonardo da Vinci, Maquiavelo, Galileo Galilei entre otros grandes personajes aportan al constructo del hombre enmarcado en una realidad de reformas, revoluciones, independencias y conquistas.
En este importante siglo, la Orden de Predicadores participa en la historicidad del mundo de una forma no muy protagónica, pero importante tanto en el descubrimiento de América como en otros hechos. Cristóbal Colon, humilde comerciante genovés y almirante mayor de las indias, fracasa en la idea original de abrir una nueva ruta comercial entre Europa y Asia, pero después del arduo camino, fruto de la intuición y fuerza de voluntad, Colon abre algo mas importante, un nuevo mundo y junto a él, participan varios dominicos, aunque no se puede decir que fueron los primeros religiosos en evangelizar el Nuevo mundo, si fueron los más esforzados paladines en la misión de la “salvación de las almas” y mas perseverantes defensores de los derechos humanos de los indígenas, y en este esfuerzo creadores del derecho de gentes.
Colon en virtud de conquistador perpetúa la gratitud que siente por la Orden de Predicadores por contribuir esforzadamente en la “empresa de Colon”, bautizando con el nombre de Santo Domingo a la isla la española. De esta forma comienzan las misiones en este nuevo mundo, abriendo conventos en diversos lugares de América. Las líneas de expansión de la provincia de Santiago fueron importantes ya que en esta santa y heroica jornada de enseñar el evangelio se abren nuevos horizontes para la iglesia y particularmente a la Orden de los Dominicos.
En los años de 1530 y 1570 continuaba vigente la inquisición que comprendía el conjunto de instituciones que trabajaba para la supresión de la herejía, aun así, en este contexto adverso surgen grandes ejemplos de vida cristiana como la humildad, personalidad estricta, disciplinada y celo apostólico de San Pio V. También por parte de América brota el ejemplo de ascetismo, obediencia y dulzura de la rosa de América, Santa Rosa De Lima. Además Santa Catalina de Ricci, San Luis Bertrán, la Beata Bartolomea Bagnesi y un personaje algo controversial para la época, Giordano Bruno el cual rescata el amor profundo a la verdad hasta el punto de morir por ella con su tesis filosófica del heliocentrismo y la pluralidad de los mundos, además con el planteamiento rudimentario de la redondez del mundo.
El dominico del siglo XXI ha estado a la vanguardia de los tiempos cambiantes siendo un modelo de humanidad, pero su predicación es un poco pasiva, ya que es el fruto de un conocimiento pretérito y se movemos en un contexto lleno de fronteras, unas intelectuales, otras de intolerancia religiosa, política y de expansión. Quizás el dominico ha tomado una visión un poco mediadora o mejor dicho conformista frente al mundo globalizado y consumista, pero se reconoce y se valora al religioso de hoy ya que también es signo visible de una opción por la búsqueda de Dios, siguiendo el camino de Cristo.
En el contexto del hoy vemos un buen desarrollo de una teología que actualiza a la iglesia mediante su nueva visión progresista con Timothy Radcliffe, Albert Nolan, Dominique Pire y Gustavo Gutiérrez, dando una nueva perspectiva del pensar dominicano y eclesial; la itinerancia en la predicación de la orden de predicadores es una constante búsqueda de la verdad y así como en el siglo XVI la orden de predicadores contribuye de una forma sobresaliente en la comunidad eclesial, del mismo modo el dominico de hoy ayuda en el continuo rejuvenecer de la iglesia.
Aunque el religioso de hoy se mueve en un contexto de fe, amor, libertad y contradicciones, es de comprender que la vida de un dominico no se pude desarrollar si no es en un clima de fe, oración y escucha de la palabra de Dios, en comunión con la iglesia, dicho lo cual, para vivir una autentica vida religiosa itinerante se debe predicar con el testimonio y se debe dar el paso a lo desconocido, rompiendo las barreras que no nos dejan ser verdaderamente itinerantes por la verdad.
Así nos acercamos a un segundo Siglo de Oro, un siglo lleno de frailes apasionados por la búsqueda de la verdad, Dios y su amor, y en una progresiva preparación humana y espiritual en el equilibrio, se podrá dar paso a un siglo que contribuya al constructo del Reino de Dios, dando nuevo conocimiento y refrescando el sistema social y espiritual de una iglesia cambiante.
En el corazón del hombre, debe arder siempre un fuego misionero que lleve el primer anuncio del evangelio y una forma nueva de evangelización que se acomode a los tiempos cambiantes de una realidad social; de hecho Jesucristo es el sumo bien al que tienden todos los hombres y mujeres de todo tiempo y de todo lugar, es alentador para un proceso de formación ver como en la iglesia de hoy hay tantos pastores, laicos comprometidos, clero secular y religioso, movimientos eclesiales, entre otros; los que con una gran alegría entregan su vida por anunciar y dar testimonio del evangelio.
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